sábado, 22 de diciembre de 2007

¿Por qué Dios no responde a mi oración?

Leo en la Biblia: “Todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis.”

Actualmente, muchas personas recurren a la oración para resolver sus problemas. Para los que se encuentran familiarizados con este método, es natural recurrir a Dios en busca de ayuda, guía, inspiración y tranquilidad; y en ese estado de pensar resolver sus inconvenientes.

¿Por qué Dios no responde a mi oración?

Sin embargo, para ellos, y aún para aquellos que nunca han pensado en estos términos, quizá se haya presentado la pregunta: “¿Por qué Dios no responde a mi oración?”.

Si te encuentras o te has encontrado en una situación similar, he tenido una experiencia que tal vez pueda ayudarte.

En una ocasión, tenía varios inconvenientes por resolver: vivía una situación económica apremiante, que no lograba satisfacer las necesidades básicas y me impedía continuar con el desarrollo de otras actividades. Por otra parte, esperaba ampliar las posibilidades de trabajo con la actividad que desarrollo, que es el periodismo escrito, y tenía una nueva oportunidad para hacerlo, pero no contaba con ideas frescas e innovadoras para llevar a la práctica.

Para resolver estas situaciones, cada mañana me esforzaba por obtener inspiración. Oraba fervientemente por una respuesta que satisficiera las necesidades, pero todo era inútil. Parecía que Dios no tenía respuesta para todo, y que era útil sólo para resolver “algunos” problemas.

Uno de esos días, en los que creía estar carente de inspiración, visité a una amiga que acostumbra a resolver sus problemas con la oración Al relatarle los esfuerzos por resolver una situación particular, ella mencionó que la oración siempre tiene respuesta, y si los esfuerzos no daban fruto, se debía a que se dirigían en la dirección equivocada.

De regreso a mi hogar, luego de visitar a esta buena amiga, la idea de no estar orando correctamente persistía en mis pensamientos, por lo que decidí volverme a unos apuntes que había tomado oportunamente buscando inspiración.

Poco a poco descubría las ideas nuevas, los cambios nuevos.

Una de ellas se encuentra en el libro Ciencia y Salud, escrito por Mary Baker Eddy, y dice: “La oración no puede cambiar la Ciencia del ser, pero sí tiende a ponernos en armonía con ella... El mero hábito de suplicar a la Mente divina, como se suplica a un ser humano, perpetúa la creencia de que Dios está humanamente circunscrito—error que impide el desarrollo espiritual”.

“Dios es Amor ¿Podemos pedirle que sea más?
Dios es inteligencia. ¿Podemos informar a la Mente infinita de algo que no comprenda ya?
¿Esperamos cambiar la perfección?
¿Pediremos más al manantial abierto, que ya está vertiendo más de lo que aceptamos?”

Otra clave se encuentra en el consejo que Jesús dio a sus seguidores en la Biblia, donde indica: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”.

Descubrí que no era necesario hacer un esfuerzo ni solicitar penosamente, el secreto radicaba en saber que Dios creó todo en armonía.Como es natural escucharle y que también me escuche ya que yo soy Su hija.

En ese estado natural de pensar en paz y alegría, comenzaron a surgir muchas ideas que se transformaron en soluciones. Como relaté, tenía una nueva oportunidad de trabajo y no sabía cómo comenzar con el mismo, ¡surgieron tantas ideas! Y ahora ya no sabía cuál utilizar primero.

Poco después, una persona que mantenía una deuda de negocios con mi familia la saldó, lo que cubrió nuestras necesidades y se manifestó la provisión para resolver otras. Y como agregado comenzó a surgir más trabajo.

Tiempo más tarde, descubrí que había tenido un punto de vista equivocado en la oración: había esperado que Dios respondiera en la forma que “yo” determinaba, en lugar de aceptar el plan que Él tenía para mí. Al no encontrar la respuesta esperada, me decepcionaba; y cuando pude estar alerta a este nuevo razonamiento, la oración se hizo más eficaz, y la forma de resolver los inconvenientes más simple.

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