Dios no responde al porqué del sufrimiento, sino que prefiere sufrir con el hombre;
Dios no responde al porqué del dolor, sino que haciéndose hombre asume el dolor;
Dios no responde al por qué de la humillación, sino que Él mismo se humilla;
Dios no responde al por qué de la muerte, sino que muere en una cruz.
sábado, 22 de diciembre de 2007
Cuando Dios no responde - Pastor Tony Hancock
Introducción
Se cuenta la historia de un hombre que se fue al cielo. Al llegar, se paseó por las calles de oro, vio el mar de cristal, y visitó el árbol de vida. Finalmente, se topó con un cuarto que tenía su nombre escrito sobre la puerta. Sorprendido, decidió averiguar qué había dentro. Al abrir la puerta, vio que el lugar estaba lleno de cosas que él había necesitado en la tierra. Estaban allí un nuevo trabajo, una educación para sus hijos, y muchas otras bendiciones que no había recibido durante su vida en la tierra.
Sorprendido, llamó a uno de los ángeles para que le explicara cuál era el significado de este tesoro. El ángel le respondió, Esas son las bendiciones que Dios quiso darte mientras estabas en la tierra, pero tú no se lo permitiste. Aquí se han quedado, guardados. Obviamente, esta historia es ficticia. Sin embargo, me parece que ilustra un punto muy importante. ¿Será verdad que Dios desea bendecirnos, pero muchas veces no permitimos que él nos bendiga? La Biblia nos indica que sí.
Podríamos mencionar varias razones por las que no recibimos las bendiciones que Dios desea darnos. Podría ser, por ejemplo, que simplemente no se las hemos pedido. En otros casos, lo que le hemos pedido a Dios no es conveniente para nosotros. Pero hoy vamos a enfocar pasaje que nos llama a examinar nuestras vidas en algunas áreas para ver si estamos estorbando el flujo de las bendiciones que Dios quiere mandar a nuestras vidas.
Vamos a empezar con un pasaje del Antiguo Testamento. En este pasaje, el profeta Isaías llama al pueblo de Israel a recapacitar. Tendremos que trabajar un poco para aplicar este pasaje a nuestra situación, pero veremos que vale la pena.
Lectura: Isaías 58:1-14
58:1 Clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado.
58:2 Que me buscan cada día, y quieren saber mis caminos, como gente que hubiese hecho justicia, y que no hubiese dejado la ley de su Dios; me piden justos juicios, y quieren acercarse a Dios.
58:3 ¿Por qué, dicen, ayunamos, y no hiciste caso; humillamos nuestras almas, y no te diste por entendido? He aquí que en el día de vuestro ayuno buscáis vuestro propio gusto, y oprimís a todos vuestros trabajadores.
58:4 He aquí que para contiendas y debates ayunáis y para herir con el puño inicuamente; no ayunéis como hoy, para que vuestra voz sea oída en lo alto.
58:5 ¿Es tal el ayuno que yo escogí, que de día aflija el hombre su alma, que incline su cabeza como junco, y haga cama de cilicio y de ceniza? ¿Llamaréis esto ayuno, y día agradable a Jehová?
58:6 ¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo?
58:7 ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano?
58:8 Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará ver pronto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia.
58:9 Entonces invocarás, y te oirá Jehová; clamarás, y dirá él: Heme aquí. Si quitares de en medio de ti el yugo, el dedo amenazador, y el hablar vanidad;
58:10 y si dieres tu pan al hambriento, y saciares al alma afligida, en las tinieblas nacerá tu luz, y tu oscuridad será como el mediodía.
58:11 Jehová te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu alma, y dará vigor a tus huesos; y serás como huerto de riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan.
58:12 Y los tuyos edificarán las ruinas antiguas; los cimientos de generación y generación levantarás, y serás llamado reparador de portillos, restaurador de calzadas para habitar.
58:13 Si retrajeres del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras,
58:14 entonces te deleitarás en Jehová; y yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, y te daré a comer la heredad de Jacob tu padre; porque la boca de Jehová lo ha hablado.
Aquí el Señor llama a su pueblo, que se había vuelto cómodo en una religiosidad sin realidad. Él les dice que hay una razón que ellos sufren privación. Han estado viviendo como si su compromiso con Dios sólo fuera cuestión de observar algunas costumbres religiosas y ya.
Pero Dios les llama a reconsiderar - y en esto vemos el primer paso a tomar cuando Dios no responde.
Revisa la realidad de tu pacto con Dios
Veamos algunas cualidades de este pueblo, para ver si los reconocemos en nosotros mismos también. Dice el texto que ellos se sentían muy cerca de Dios. Hasta llegan a reclamarle, ¿Para qué nos afligimos, si tú no lo notas?
Ellos tenían la idea de que están haciendo todo lo que Dios les podría exigir. Estaban perfectamente bien con él, y sin embargo, él no les había respondido como debía de haberlo hecho.
Se sentían, quizás, como se sentirán ahora los ex-empleados de Enron, la gran compañía de energía que acaba de quebrar. Muchos de ellos habían puesto todos sus ahorros en acciones de la compañía, y cuando quebró, se quedaron sin nada. No solamente se quedaron sin trabajo, se quedaron sin ahorros también.
Esta gente dice, ¡Dios! ¿Dónde estás? ¡Hemos hecho todo lo que quieres! Ayunamos, guardamos las fiestas, y ¿qué pasa? ¡No nos das nada!
Ahora me pregunto: ¿Alguna vez te has sentido así? Te preguntas por qué Dios no te bendice. Tú vienes a la iglesia; cumples con los requisitos de ser un cristiano, según los entiendes; lees tu Biblia, tratas de orar, y participas en todas las actividades de la iglesia - y sin embargo, Dios no te da lo que tú le pides.
¿Qué pasó? Bueno, en algunas ocasiones, lo que pasa es que lo que le pedimos a Dios no nos conviene. Es una posibilidad muy real. Pero aquí vemos otra posibilidad. Quizás sólo creemos que estamos cumpliendo la voluntad de Dios.
Vemos que este pueblo no lo estaba haciendo. Dios les responde en el versículo 5-6. El no sólo quiere que cumplamos con ciertos requisitos religiosos; él desea que toda nuestra vida refleja el amor. No podemos dividir la vida en dos secciones, lo religioso y lo demás, y pensar que así Dios nos va a bendecir. Así no es que funciona la cosa.
Si tú vienes a la iglesia, haces una ó dos cosas más que son religiosas, y piensas que con eso quedaste bien con Dios, estás equivocado. Si ves a una persona en necesidad y no te importa, si ves a un mundo muriendo sin conocer a Cristo y no te interesa, si se te ofrecen maneras de servir a Dios y no prestas la más mínima atención, entonces tu supuesta religión no vale de nada.
Y sin embargo, más adelante en el pasaje, vemos algo que parece estar en conflicto con esto. Se ve en el verso 13, donde vemos un énfasis en guardar el sábado.
Parece que Dios acaba de decir que a él le interesa más el amor hacia otras personas que las observancias religiosas. ¿Por qué, entonces, exige ahora a los israelitas que pongan más empeño en observar el sábado?
Hay varias cosas que tenemos que decir aquí, y todas son muy importantes, así que - presten atención. Para empezar, tenemos que entender la función del sábado dentro de la comunidad israelita. El sábado había sido establecido como la señal del pacto entre Dios e Israel. Ninguna de las comunidades que rodeaban al pueblo de Dios la observaban. Descansar en ese día era señal de que uno era parte del pueblo de Dios.
Este sermón no se trata del sábado, así que no vamos a tratar de explicar su significado - aunque es un tema bello. Pero lo que tenemos que ver es que el sábado era la señal del compromiso del israelita individual con Dios - y no observar ese día era como repudiar el pacto.
Imaginemos a una pareja casada. La esposa se da cuenta de que su esposo se quita el anillo de bodas antes de irse a la oficina cada mañana, justo después de contratar a una bella secretaria. ¿Se enojará la esposa? Claro que sí - pero no es porque el anillo tiene algún valor en sí, sino más bien porque simboliza algo muy precioso - el compromiso que hizo con ella su esposo.
El significado de este pasaje para nosotros, entonces, es que tenemos que tomar muy en serio cualquier compromiso que hagamos con Dios. Es una cosa muy seria comprometernos con él, y luego renegar. Es algo muy serio tomar a la ligera el pacto al cual hemos entrado mediante nuestra fe en la sangre de Jesús.
A mí a veces me sorprende la ligereza con la cual se tratan las cosas de Dios. Hay quienes dicen que cumplirán alguna función dentro de la iglesia, pero cuando llega el momento de hacerlo han desaparecido. Otros se olvidan de que son miembros bautizados del cuerpo de Cristo, y se meten a lugares o estilos de vida que no son convenientes para un hijo de Dios.
Hace algún tiempo en nuestra iglesia empezamos a hablar de la tardanza, la impuntualidad, y su efecto dañino sobre la iglesia. Fue fascinante ver el resultado. Varias personas se sintieron ofendidas, aunque jamás mencionamos el nombre de nadie, ni hicimos alusiones directas o indirectas. Más bien, nos dirigimos a un problema que era común entre todos.
Ahora me pregunto: ¿cuántos llegan regularmente 15 ó 30 minutos tarde para el trabajo? Dudo que muchos. Pero la iglesia es otra cosa. Dios, después de todo, no es tan importante como lo es el dinero. El debe de estar agradecido que tomamos aunque sea un poco de tiempo para estar con él.
Notarán que hablo con ironía. Ahora bien, no queremos volvernos legalistas tampoco. Es mucho mejor llegar tarde a la iglesia que no llegar, y a veces todos tenemos retrasos inevitables. Pero cito esto simplemente como un ejemplo de la falta de compromiso que tenemos con Dios.
¿Estamos realmente en un pacto con El o no? ¿Realmente nos hemos comprometido con El? ¿Realmente tomamos en serio las responsabilidades que son nuestras como creyentes? Examinémonos individualmente para ver. Y después de examinarnos, pasemos a lo siguiente. La vida cristiana no se trata de una constante sensación de culpa por nuestras fallas; esa culpa deberá llevarnos al arrepentimiento, para que podamos recibir el perdón por esas fallas y seguir adelante. Luego de revisar la realidad de tu pacto con Dios,
Responde en fe a la promesa de Dios
Si decidimos tomar en serio nuestra relación con Dios, miren las gloriosas promesas que Dios nos da. Podemos verlos en los versículos 8 y 9, el 11 y 12, y el 14.
Estas son promesas gloriosas - promesas de ayuda, de sostén, de gozo y de paz. No debemos de pensar que Dios nos promete todo lo que deseamos, o que nuestra vida siempre será fácil. Pero sí nos promete que veremos soluciones a problemas que nosotros creíamos imposibles de resolver. Veremos la restauración de cosas perdidas. Tendremos gozo y paz en nuestra salvación.
Jesús dijo algo muy similar en Mateo 6:33. Allí él nos dice que lo que tenemos que hacer es preocuparnos más por el reino de Dios, y él se encargará de lo demás. En vez de afanarnos por las necesidades de la vida, en vez de vivir en preocupación y desilusión, ocupémonos en buscar las cosas de Dios - y veremos que empezarán a venir las bendiciones.
Podríamos imaginarnos a un estudiante con beca a la escuela. Todo lo que tiene que hacer es mantener sus notas en cierto nivel para tener todos sus gastos de estudio pagados. ¿Cómo sería si este estudiante empezara a preocuparse de cómo pagará sus estudios, a tal grado que no estudia, y pierde su beca? Pensaríamos que ese estudiante no tuvo mucha inteligencia, como para haberse ganado una beca.
Sin embargo, nosotros muchas veces cometemos el mismo error. Tantas veces nosotros nos afanamos por las cosas de este mundo, cuando realmente no es necesario. Dios nos promete - vez tras vez en su palabra - que si nos enfocamos en él, si cuidamos nuestra relación con él, entonces él se encargará de nosotros. El tiene buenas cosas para nosotros. El nos ama.
Conclusión
Me pregunto cuántas bendiciones tendrá Dios en el cielo esperándonos, bendiciones que él desea darnos - pero que somos incapaces de recibir.
Examina tu propia vida. ¿Cómo vas en tu relación con Cristo? ¿Lo estás tomando en serio? Si no, pide su ayuda para cambiar. El no quiere condenarte - quiere ayudarte a ser la persona que puedes ser. Quiere que confíes en él antes que nada.
Se cuenta la historia de un hombre que se fue al cielo. Al llegar, se paseó por las calles de oro, vio el mar de cristal, y visitó el árbol de vida. Finalmente, se topó con un cuarto que tenía su nombre escrito sobre la puerta. Sorprendido, decidió averiguar qué había dentro. Al abrir la puerta, vio que el lugar estaba lleno de cosas que él había necesitado en la tierra. Estaban allí un nuevo trabajo, una educación para sus hijos, y muchas otras bendiciones que no había recibido durante su vida en la tierra.
Sorprendido, llamó a uno de los ángeles para que le explicara cuál era el significado de este tesoro. El ángel le respondió, Esas son las bendiciones que Dios quiso darte mientras estabas en la tierra, pero tú no se lo permitiste. Aquí se han quedado, guardados. Obviamente, esta historia es ficticia. Sin embargo, me parece que ilustra un punto muy importante. ¿Será verdad que Dios desea bendecirnos, pero muchas veces no permitimos que él nos bendiga? La Biblia nos indica que sí.
Podríamos mencionar varias razones por las que no recibimos las bendiciones que Dios desea darnos. Podría ser, por ejemplo, que simplemente no se las hemos pedido. En otros casos, lo que le hemos pedido a Dios no es conveniente para nosotros. Pero hoy vamos a enfocar pasaje que nos llama a examinar nuestras vidas en algunas áreas para ver si estamos estorbando el flujo de las bendiciones que Dios quiere mandar a nuestras vidas.
Vamos a empezar con un pasaje del Antiguo Testamento. En este pasaje, el profeta Isaías llama al pueblo de Israel a recapacitar. Tendremos que trabajar un poco para aplicar este pasaje a nuestra situación, pero veremos que vale la pena.
Lectura: Isaías 58:1-14
58:1 Clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado.
58:2 Que me buscan cada día, y quieren saber mis caminos, como gente que hubiese hecho justicia, y que no hubiese dejado la ley de su Dios; me piden justos juicios, y quieren acercarse a Dios.
58:3 ¿Por qué, dicen, ayunamos, y no hiciste caso; humillamos nuestras almas, y no te diste por entendido? He aquí que en el día de vuestro ayuno buscáis vuestro propio gusto, y oprimís a todos vuestros trabajadores.
58:4 He aquí que para contiendas y debates ayunáis y para herir con el puño inicuamente; no ayunéis como hoy, para que vuestra voz sea oída en lo alto.
58:5 ¿Es tal el ayuno que yo escogí, que de día aflija el hombre su alma, que incline su cabeza como junco, y haga cama de cilicio y de ceniza? ¿Llamaréis esto ayuno, y día agradable a Jehová?
58:6 ¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo?
58:7 ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano?
58:8 Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará ver pronto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia.
58:9 Entonces invocarás, y te oirá Jehová; clamarás, y dirá él: Heme aquí. Si quitares de en medio de ti el yugo, el dedo amenazador, y el hablar vanidad;
58:10 y si dieres tu pan al hambriento, y saciares al alma afligida, en las tinieblas nacerá tu luz, y tu oscuridad será como el mediodía.
58:11 Jehová te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu alma, y dará vigor a tus huesos; y serás como huerto de riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan.
58:12 Y los tuyos edificarán las ruinas antiguas; los cimientos de generación y generación levantarás, y serás llamado reparador de portillos, restaurador de calzadas para habitar.
58:13 Si retrajeres del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras,
58:14 entonces te deleitarás en Jehová; y yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, y te daré a comer la heredad de Jacob tu padre; porque la boca de Jehová lo ha hablado.
Aquí el Señor llama a su pueblo, que se había vuelto cómodo en una religiosidad sin realidad. Él les dice que hay una razón que ellos sufren privación. Han estado viviendo como si su compromiso con Dios sólo fuera cuestión de observar algunas costumbres religiosas y ya.
Pero Dios les llama a reconsiderar - y en esto vemos el primer paso a tomar cuando Dios no responde.
Revisa la realidad de tu pacto con Dios
Veamos algunas cualidades de este pueblo, para ver si los reconocemos en nosotros mismos también. Dice el texto que ellos se sentían muy cerca de Dios. Hasta llegan a reclamarle, ¿Para qué nos afligimos, si tú no lo notas?
Ellos tenían la idea de que están haciendo todo lo que Dios les podría exigir. Estaban perfectamente bien con él, y sin embargo, él no les había respondido como debía de haberlo hecho.
Se sentían, quizás, como se sentirán ahora los ex-empleados de Enron, la gran compañía de energía que acaba de quebrar. Muchos de ellos habían puesto todos sus ahorros en acciones de la compañía, y cuando quebró, se quedaron sin nada. No solamente se quedaron sin trabajo, se quedaron sin ahorros también.
Esta gente dice, ¡Dios! ¿Dónde estás? ¡Hemos hecho todo lo que quieres! Ayunamos, guardamos las fiestas, y ¿qué pasa? ¡No nos das nada!
Ahora me pregunto: ¿Alguna vez te has sentido así? Te preguntas por qué Dios no te bendice. Tú vienes a la iglesia; cumples con los requisitos de ser un cristiano, según los entiendes; lees tu Biblia, tratas de orar, y participas en todas las actividades de la iglesia - y sin embargo, Dios no te da lo que tú le pides.
¿Qué pasó? Bueno, en algunas ocasiones, lo que pasa es que lo que le pedimos a Dios no nos conviene. Es una posibilidad muy real. Pero aquí vemos otra posibilidad. Quizás sólo creemos que estamos cumpliendo la voluntad de Dios.
Vemos que este pueblo no lo estaba haciendo. Dios les responde en el versículo 5-6. El no sólo quiere que cumplamos con ciertos requisitos religiosos; él desea que toda nuestra vida refleja el amor. No podemos dividir la vida en dos secciones, lo religioso y lo demás, y pensar que así Dios nos va a bendecir. Así no es que funciona la cosa.
Si tú vienes a la iglesia, haces una ó dos cosas más que son religiosas, y piensas que con eso quedaste bien con Dios, estás equivocado. Si ves a una persona en necesidad y no te importa, si ves a un mundo muriendo sin conocer a Cristo y no te interesa, si se te ofrecen maneras de servir a Dios y no prestas la más mínima atención, entonces tu supuesta religión no vale de nada.
Y sin embargo, más adelante en el pasaje, vemos algo que parece estar en conflicto con esto. Se ve en el verso 13, donde vemos un énfasis en guardar el sábado.
Parece que Dios acaba de decir que a él le interesa más el amor hacia otras personas que las observancias religiosas. ¿Por qué, entonces, exige ahora a los israelitas que pongan más empeño en observar el sábado?
Hay varias cosas que tenemos que decir aquí, y todas son muy importantes, así que - presten atención. Para empezar, tenemos que entender la función del sábado dentro de la comunidad israelita. El sábado había sido establecido como la señal del pacto entre Dios e Israel. Ninguna de las comunidades que rodeaban al pueblo de Dios la observaban. Descansar en ese día era señal de que uno era parte del pueblo de Dios.
Este sermón no se trata del sábado, así que no vamos a tratar de explicar su significado - aunque es un tema bello. Pero lo que tenemos que ver es que el sábado era la señal del compromiso del israelita individual con Dios - y no observar ese día era como repudiar el pacto.
Imaginemos a una pareja casada. La esposa se da cuenta de que su esposo se quita el anillo de bodas antes de irse a la oficina cada mañana, justo después de contratar a una bella secretaria. ¿Se enojará la esposa? Claro que sí - pero no es porque el anillo tiene algún valor en sí, sino más bien porque simboliza algo muy precioso - el compromiso que hizo con ella su esposo.
El significado de este pasaje para nosotros, entonces, es que tenemos que tomar muy en serio cualquier compromiso que hagamos con Dios. Es una cosa muy seria comprometernos con él, y luego renegar. Es algo muy serio tomar a la ligera el pacto al cual hemos entrado mediante nuestra fe en la sangre de Jesús.
A mí a veces me sorprende la ligereza con la cual se tratan las cosas de Dios. Hay quienes dicen que cumplirán alguna función dentro de la iglesia, pero cuando llega el momento de hacerlo han desaparecido. Otros se olvidan de que son miembros bautizados del cuerpo de Cristo, y se meten a lugares o estilos de vida que no son convenientes para un hijo de Dios.
Hace algún tiempo en nuestra iglesia empezamos a hablar de la tardanza, la impuntualidad, y su efecto dañino sobre la iglesia. Fue fascinante ver el resultado. Varias personas se sintieron ofendidas, aunque jamás mencionamos el nombre de nadie, ni hicimos alusiones directas o indirectas. Más bien, nos dirigimos a un problema que era común entre todos.
Ahora me pregunto: ¿cuántos llegan regularmente 15 ó 30 minutos tarde para el trabajo? Dudo que muchos. Pero la iglesia es otra cosa. Dios, después de todo, no es tan importante como lo es el dinero. El debe de estar agradecido que tomamos aunque sea un poco de tiempo para estar con él.
Notarán que hablo con ironía. Ahora bien, no queremos volvernos legalistas tampoco. Es mucho mejor llegar tarde a la iglesia que no llegar, y a veces todos tenemos retrasos inevitables. Pero cito esto simplemente como un ejemplo de la falta de compromiso que tenemos con Dios.
¿Estamos realmente en un pacto con El o no? ¿Realmente nos hemos comprometido con El? ¿Realmente tomamos en serio las responsabilidades que son nuestras como creyentes? Examinémonos individualmente para ver. Y después de examinarnos, pasemos a lo siguiente. La vida cristiana no se trata de una constante sensación de culpa por nuestras fallas; esa culpa deberá llevarnos al arrepentimiento, para que podamos recibir el perdón por esas fallas y seguir adelante. Luego de revisar la realidad de tu pacto con Dios,
Responde en fe a la promesa de Dios
Si decidimos tomar en serio nuestra relación con Dios, miren las gloriosas promesas que Dios nos da. Podemos verlos en los versículos 8 y 9, el 11 y 12, y el 14.
Estas son promesas gloriosas - promesas de ayuda, de sostén, de gozo y de paz. No debemos de pensar que Dios nos promete todo lo que deseamos, o que nuestra vida siempre será fácil. Pero sí nos promete que veremos soluciones a problemas que nosotros creíamos imposibles de resolver. Veremos la restauración de cosas perdidas. Tendremos gozo y paz en nuestra salvación.
Jesús dijo algo muy similar en Mateo 6:33. Allí él nos dice que lo que tenemos que hacer es preocuparnos más por el reino de Dios, y él se encargará de lo demás. En vez de afanarnos por las necesidades de la vida, en vez de vivir en preocupación y desilusión, ocupémonos en buscar las cosas de Dios - y veremos que empezarán a venir las bendiciones.
Podríamos imaginarnos a un estudiante con beca a la escuela. Todo lo que tiene que hacer es mantener sus notas en cierto nivel para tener todos sus gastos de estudio pagados. ¿Cómo sería si este estudiante empezara a preocuparse de cómo pagará sus estudios, a tal grado que no estudia, y pierde su beca? Pensaríamos que ese estudiante no tuvo mucha inteligencia, como para haberse ganado una beca.
Sin embargo, nosotros muchas veces cometemos el mismo error. Tantas veces nosotros nos afanamos por las cosas de este mundo, cuando realmente no es necesario. Dios nos promete - vez tras vez en su palabra - que si nos enfocamos en él, si cuidamos nuestra relación con él, entonces él se encargará de nosotros. El tiene buenas cosas para nosotros. El nos ama.
Conclusión
Me pregunto cuántas bendiciones tendrá Dios en el cielo esperándonos, bendiciones que él desea darnos - pero que somos incapaces de recibir.
Examina tu propia vida. ¿Cómo vas en tu relación con Cristo? ¿Lo estás tomando en serio? Si no, pide su ayuda para cambiar. El no quiere condenarte - quiere ayudarte a ser la persona que puedes ser. Quiere que confíes en él antes que nada.
Las Sorpresas de Dios...
En la vida hay momentos que nos hacen reflexionar y estos son habituales. Ya desde nuestro nacimiento sentimos que nos acosan circunstancias gozosas y otras dolorosas. Con el correr del tiempo se agolpan muchas preguntas en un niño, en un preadolescente, en un joven, en una persona de mediana edad y en un anciano. Son preguntas distintas según la edad. Las respuestas a veces son fáciles pero hay otras que son más difíciles. Y las más difíciles son las preguntas que hacemos a Dios y todas van en relación con los sufrimientos, las catástrofes y los incomprensibles sinsabores. Dios nunca responde, está en silencio. La fe nos dice que Dios no responde como nosotros esperamos puesto que él es la verdadera respuesta. De ahí que nos sorprende su forma de comportarse con nosotros.
Las sorpresas de Dios son tantas como la infinitud de preguntas que podemos hacerle. No usa la misma lógica que nosotros puesto que él es nuestro creador y nosotros somos sus criaturas. Las respuestas de Dios no entran en nuestras categorías excesivamente racionalistas; sus palabras no son como las nuestras; sus motivaciones no coinciden con las nuestras... El hombre desde el principio, como nos muestra el libro del Génesis, no supo comprender a Dios y de ahí que se le rebele. El pecado es la antilógica a lo que Dios quiere. Por eso él usa la táctica de la sorpresa para que caigamos en la cuenta que nosotros no somos ‘hacedores’ de nada y menos de nosotros mismos.
La lógica de Dios es el amor y nos lo muestra desde la Cruz. Nadie lo entendía e incluso sus discípulos desaparecen ante la actitud de un Dios que ni responde ni se vuelve en contra de los que le ajustician. Esta es la ‘sorpresa de las sorpresas’ y desde ella se entienden todas las demás que a lo largo de los siglos se van sucediendo: catástrofes, enfermedades, luchas y tantos males. ¿Sigue teniendo sentido creer en un Dios que no responde a nuestras expectativas?. Algunos piensan que este Dios no interesa, otros tantos se ofenden de tener a un Dios que no soluciona los problemas, muchos escapan de toda relación personal con él y los más no quieren ni siquiera preguntarse si él existe.
Los que creen en él sólo saben que este Dios es Amor y ‘todo coopera al bien de aquellos que le aman’. Al final de toda pregunta la respuesta de Dios es la misma: ‘ponerse en nuestro lugar’. Por eso lo sorprendente es que ‘desde la Cruz’ ha instaurado una relación nueva con nosotros. Todo tiene sentido desde este amor ofrecido y entregado. Ha asumido sobre sí todos nuestros afanes, dolores y sufrimientos. Y esto nos sorprende, nos pone ante un misterio que sólo el auténtico amor lo puede desvelar. En la encrucijada más insospechada de la vida Dios nos sorprende y es a nosotros a quienes pide una respuesta, son preguntas que él nos formula para que le demos una respuesta noble y sincera.
Las sorpresas de Dios son tantas como la infinitud de preguntas que podemos hacerle. No usa la misma lógica que nosotros puesto que él es nuestro creador y nosotros somos sus criaturas. Las respuestas de Dios no entran en nuestras categorías excesivamente racionalistas; sus palabras no son como las nuestras; sus motivaciones no coinciden con las nuestras... El hombre desde el principio, como nos muestra el libro del Génesis, no supo comprender a Dios y de ahí que se le rebele. El pecado es la antilógica a lo que Dios quiere. Por eso él usa la táctica de la sorpresa para que caigamos en la cuenta que nosotros no somos ‘hacedores’ de nada y menos de nosotros mismos.
La lógica de Dios es el amor y nos lo muestra desde la Cruz. Nadie lo entendía e incluso sus discípulos desaparecen ante la actitud de un Dios que ni responde ni se vuelve en contra de los que le ajustician. Esta es la ‘sorpresa de las sorpresas’ y desde ella se entienden todas las demás que a lo largo de los siglos se van sucediendo: catástrofes, enfermedades, luchas y tantos males. ¿Sigue teniendo sentido creer en un Dios que no responde a nuestras expectativas?. Algunos piensan que este Dios no interesa, otros tantos se ofenden de tener a un Dios que no soluciona los problemas, muchos escapan de toda relación personal con él y los más no quieren ni siquiera preguntarse si él existe.
Los que creen en él sólo saben que este Dios es Amor y ‘todo coopera al bien de aquellos que le aman’. Al final de toda pregunta la respuesta de Dios es la misma: ‘ponerse en nuestro lugar’. Por eso lo sorprendente es que ‘desde la Cruz’ ha instaurado una relación nueva con nosotros. Todo tiene sentido desde este amor ofrecido y entregado. Ha asumido sobre sí todos nuestros afanes, dolores y sufrimientos. Y esto nos sorprende, nos pone ante un misterio que sólo el auténtico amor lo puede desvelar. En la encrucijada más insospechada de la vida Dios nos sorprende y es a nosotros a quienes pide una respuesta, son preguntas que él nos formula para que le demos una respuesta noble y sincera.
¿Por qué Dios no responde a mi oración?
Leo en la Biblia: “Todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis.”
Actualmente, muchas personas recurren a la oración para resolver sus problemas. Para los que se encuentran familiarizados con este método, es natural recurrir a Dios en busca de ayuda, guía, inspiración y tranquilidad; y en ese estado de pensar resolver sus inconvenientes.
¿Por qué Dios no responde a mi oración?
Sin embargo, para ellos, y aún para aquellos que nunca han pensado en estos términos, quizá se haya presentado la pregunta: “¿Por qué Dios no responde a mi oración?”.
Si te encuentras o te has encontrado en una situación similar, he tenido una experiencia que tal vez pueda ayudarte.
En una ocasión, tenía varios inconvenientes por resolver: vivía una situación económica apremiante, que no lograba satisfacer las necesidades básicas y me impedía continuar con el desarrollo de otras actividades. Por otra parte, esperaba ampliar las posibilidades de trabajo con la actividad que desarrollo, que es el periodismo escrito, y tenía una nueva oportunidad para hacerlo, pero no contaba con ideas frescas e innovadoras para llevar a la práctica.
Para resolver estas situaciones, cada mañana me esforzaba por obtener inspiración. Oraba fervientemente por una respuesta que satisficiera las necesidades, pero todo era inútil. Parecía que Dios no tenía respuesta para todo, y que era útil sólo para resolver “algunos” problemas.
Uno de esos días, en los que creía estar carente de inspiración, visité a una amiga que acostumbra a resolver sus problemas con la oración Al relatarle los esfuerzos por resolver una situación particular, ella mencionó que la oración siempre tiene respuesta, y si los esfuerzos no daban fruto, se debía a que se dirigían en la dirección equivocada.
De regreso a mi hogar, luego de visitar a esta buena amiga, la idea de no estar orando correctamente persistía en mis pensamientos, por lo que decidí volverme a unos apuntes que había tomado oportunamente buscando inspiración.
Poco a poco descubría las ideas nuevas, los cambios nuevos.
Una de ellas se encuentra en el libro Ciencia y Salud, escrito por Mary Baker Eddy, y dice: “La oración no puede cambiar la Ciencia del ser, pero sí tiende a ponernos en armonía con ella... El mero hábito de suplicar a la Mente divina, como se suplica a un ser humano, perpetúa la creencia de que Dios está humanamente circunscrito—error que impide el desarrollo espiritual”.
“Dios es Amor ¿Podemos pedirle que sea más?
Dios es inteligencia. ¿Podemos informar a la Mente infinita de algo que no comprenda ya?
¿Esperamos cambiar la perfección?
¿Pediremos más al manantial abierto, que ya está vertiendo más de lo que aceptamos?”
Otra clave se encuentra en el consejo que Jesús dio a sus seguidores en la Biblia, donde indica: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”.
Descubrí que no era necesario hacer un esfuerzo ni solicitar penosamente, el secreto radicaba en saber que Dios creó todo en armonía.Como es natural escucharle y que también me escuche ya que yo soy Su hija.
En ese estado natural de pensar en paz y alegría, comenzaron a surgir muchas ideas que se transformaron en soluciones. Como relaté, tenía una nueva oportunidad de trabajo y no sabía cómo comenzar con el mismo, ¡surgieron tantas ideas! Y ahora ya no sabía cuál utilizar primero.
Poco después, una persona que mantenía una deuda de negocios con mi familia la saldó, lo que cubrió nuestras necesidades y se manifestó la provisión para resolver otras. Y como agregado comenzó a surgir más trabajo.
Tiempo más tarde, descubrí que había tenido un punto de vista equivocado en la oración: había esperado que Dios respondiera en la forma que “yo” determinaba, en lugar de aceptar el plan que Él tenía para mí. Al no encontrar la respuesta esperada, me decepcionaba; y cuando pude estar alerta a este nuevo razonamiento, la oración se hizo más eficaz, y la forma de resolver los inconvenientes más simple.
Actualmente, muchas personas recurren a la oración para resolver sus problemas. Para los que se encuentran familiarizados con este método, es natural recurrir a Dios en busca de ayuda, guía, inspiración y tranquilidad; y en ese estado de pensar resolver sus inconvenientes.
¿Por qué Dios no responde a mi oración?
Sin embargo, para ellos, y aún para aquellos que nunca han pensado en estos términos, quizá se haya presentado la pregunta: “¿Por qué Dios no responde a mi oración?”.
Si te encuentras o te has encontrado en una situación similar, he tenido una experiencia que tal vez pueda ayudarte.
En una ocasión, tenía varios inconvenientes por resolver: vivía una situación económica apremiante, que no lograba satisfacer las necesidades básicas y me impedía continuar con el desarrollo de otras actividades. Por otra parte, esperaba ampliar las posibilidades de trabajo con la actividad que desarrollo, que es el periodismo escrito, y tenía una nueva oportunidad para hacerlo, pero no contaba con ideas frescas e innovadoras para llevar a la práctica.
Para resolver estas situaciones, cada mañana me esforzaba por obtener inspiración. Oraba fervientemente por una respuesta que satisficiera las necesidades, pero todo era inútil. Parecía que Dios no tenía respuesta para todo, y que era útil sólo para resolver “algunos” problemas.
Uno de esos días, en los que creía estar carente de inspiración, visité a una amiga que acostumbra a resolver sus problemas con la oración Al relatarle los esfuerzos por resolver una situación particular, ella mencionó que la oración siempre tiene respuesta, y si los esfuerzos no daban fruto, se debía a que se dirigían en la dirección equivocada.
De regreso a mi hogar, luego de visitar a esta buena amiga, la idea de no estar orando correctamente persistía en mis pensamientos, por lo que decidí volverme a unos apuntes que había tomado oportunamente buscando inspiración.
Poco a poco descubría las ideas nuevas, los cambios nuevos.
Una de ellas se encuentra en el libro Ciencia y Salud, escrito por Mary Baker Eddy, y dice: “La oración no puede cambiar la Ciencia del ser, pero sí tiende a ponernos en armonía con ella... El mero hábito de suplicar a la Mente divina, como se suplica a un ser humano, perpetúa la creencia de que Dios está humanamente circunscrito—error que impide el desarrollo espiritual”.
“Dios es Amor ¿Podemos pedirle que sea más?
Dios es inteligencia. ¿Podemos informar a la Mente infinita de algo que no comprenda ya?
¿Esperamos cambiar la perfección?
¿Pediremos más al manantial abierto, que ya está vertiendo más de lo que aceptamos?”
Otra clave se encuentra en el consejo que Jesús dio a sus seguidores en la Biblia, donde indica: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”.
Descubrí que no era necesario hacer un esfuerzo ni solicitar penosamente, el secreto radicaba en saber que Dios creó todo en armonía.Como es natural escucharle y que también me escuche ya que yo soy Su hija.
En ese estado natural de pensar en paz y alegría, comenzaron a surgir muchas ideas que se transformaron en soluciones. Como relaté, tenía una nueva oportunidad de trabajo y no sabía cómo comenzar con el mismo, ¡surgieron tantas ideas! Y ahora ya no sabía cuál utilizar primero.
Poco después, una persona que mantenía una deuda de negocios con mi familia la saldó, lo que cubrió nuestras necesidades y se manifestó la provisión para resolver otras. Y como agregado comenzó a surgir más trabajo.
Tiempo más tarde, descubrí que había tenido un punto de vista equivocado en la oración: había esperado que Dios respondiera en la forma que “yo” determinaba, en lugar de aceptar el plan que Él tenía para mí. Al no encontrar la respuesta esperada, me decepcionaba; y cuando pude estar alerta a este nuevo razonamiento, la oración se hizo más eficaz, y la forma de resolver los inconvenientes más simple.
¿POR QUÉ NO ME RESPONDE DIOS?
En la Biblia está escrito: acerca de esto tenemos muchos que decir, y difícil de explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oír. Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.
Diariamente nos encontramos con muchas personas, que tratan de vivir intensamente en sus trabajos, en sus tareas. Y a menudo las personas cuando se enteran que soy pastor, me piden: ¡Pastor ore por mí! Y otros muchos que envían mensajes pidiendo que se ore por ellos, y las causas son muy variadas.
Si bien existen incrédulos entre ellos, ciertamente existen creyentes en Jesucristo quienes hoy te están pidiendo que se les acompañe en la oración.
Es cierto que es una gran bendición poder compartir y seguir pidiendo constantemente a Dios para que sea el Señor quien abra las puertas.
Yo también estoy orando todos los días, pidiendo cosas al Señor Jesús para que me conceda.
Pero en la voz y en el pedido que hacen las personas sobre sus asuntos, existe algo más grave, algo más profundo. Y de esto hablaremos hoy.
Es sabido que todos queremos hacer lo menos posible las cosas de Dios, leer la Biblia, dedicarnos nuestro tiempo a orar, perseverar en la oración, apartar un horario para estudiar la Biblia, asistir a los cultos de la iglesia, participar en los distintos ministerios, las ofrendas.
Hoy, como es bien sabido, todos quieren hacer el mínimo esfuerzo pero desean cosechar la máxima cantidad de frutos posibles.
No estoy hablando con incrédulos, no estoy hablando con personas que desconocen el camino, sino ciertamente con creyentes, con personas quienes confiesan que Jesucristo es su Señor y Cristo. Pero están inmersos en tantos problemas, están tan cargados de tareas y de las cuestiones de la vida, que se ven saturados y no los puede resolver.
Es más, ellos están aplicando bien la fórmula, están orando al Señor Jesús, clamándole de día y de noche, como algunos me dicen: ¡Pero si yo oro todo el día!
Pero necesitamos hacer una pausa aquí.
Si estás haciendo según la fórmula que han dicho tus pastores, ¿por qué entonces no son respondidas tus oraciones? ¿por qué siguen tus problemas? ¿Por qué Dios no responde como lo venía haciendo en los primeros tiempos de creyente?
Y ciertamente esto notarán ustedes, que en los primeros tiempos, ni bien salía de sus bocas, Dios escuchaba; pero hoy están como huérfanos. Y por esta causa están en confusión.
De esto hablaremos hoy, ¿por qué siendo yo creyente, asisto a la iglesia y no falto, hago mis ofrendas, de tanto en tanto leo la Biblia, me gusta escuchar la radio cristiana, PERO LAS ORACIONES SON RESPONDIDAS MENOS QUE ANTES? Incluso por la falta de respuesta de Dios, pones en entredicho tu fe.
PRIMERO, LO PRIMERO
Tienes que recordar que si verdaderamente tienes la fe en Jesucristo como tu Cristo y Salvador de todos tus pecados, y que es el único camino que te lleva a Dios, dice la Palabra de Dios: mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. (San Juan 1:12-13)
Siempre tenemos que partir de esta premisa, que eres hijo de Dios por medio de Jesucristo. Y que esta condición es inamovible, que nadie te puede sacar. Una vez que has creído en Jesús, esto es definitivo y nadie puede revocar esta tu condición de salvado, de ciudadano del cielo, de hijo de Dios. Porque dice la Biblia: ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió, más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? (Romanos 8:33-35)
Esta condición hay que mantenerlo firme, tu condición de hijo de Dios no ha sido cambiado, ni ha sido revocado, porque eres participante del pacto perpetuo de Dios, por medio de Jesucristo, Señor nuestro.
¿Pero por qué hoy él no me responde? ¿Por qué hoy siento que él está alejado de mí? ¿Por qué no es me está respondiendo tan prontamente como lo hacía antes? Incluso, vivo días y meses sin ver respuesta de Dios.
NO ES QUE TU CONDICIÓN DE HIJO HAYA CAMBIADO.
Mucha gente atribuye esto como un problema de fe. En parte tiene razón, porque es problema de fe. Mas existe otro problema más grave.
Imagínate:
Eres padre de un hermoso niño. Es natural que tu hijo recién nacido esté amamantando de la leche materna. Es natural que tu hijo de un año esté tomando la leche, pero también es natural que comience a comer alimentos más sólidos. NO ES NATURAL QUE TU HIJO DE 10 AÑOS QUIERA TOMAR SOLAMENTE LA LECHE COMO ALIMENTO TODOS LOS DÍAS Y EN TODAS LAS COMIDAS.
No es natural que tu hijo de 15 años siga queriendo la leche materna.
Ya es indecente que un hijo de 20 años quiera amamantarse de la leche materna. Ya es un perverso si a los 30 años busca la leche materna.
EL CREYENTE NO QUIERE SALIR DE LA NIÑEZ
Hoy me encuentro con cientos de personas quienes dicen ser creyentes en Jesucristo, pero no quieren leer la Biblia todos los días, me encuentro con personas que no desea orar todos los días, Y MENOS DESEA ESTUDIAR LA BIBLIA.
Y peor, desean que las cosas mejore, que Dios aumente las bendiciones, que Dios responda a su primera necesidad y en la primera oración. ¿No son niños?
Es por esto que Dios ya no responde tan rápidamente a tu pedido, incluso pasan días y meses, y te quedas vacío. Y tienes que recurrir a otras personas pidiendo oraciones. ¡Por si alguien acierta por ti!
Mas les puedo asegurar que ni esa persona, por más llena del Espíritu Santo que sea, cuando ore por ti, Dios no le escuchará. ¿Por qué? Porque tu sigues siendo niño.
Como estos días pasa con mis hijos, es tan difícil de hacerles sentar en una silla delante de la mesa, que se concentren por lo menos 5 minutos por vez para que estudien y hagan sus tareas. ¿Por qué? Porque no desean crecer, porque desean seguir en esa vida de niño, de jugar, de comer, de dormir, de hacer todo y ser tolerado por los padres. ¡Claro que esta transición y cambio es difícil!
Y el hombre, a cada etapa de su vida, tiene que seguir creciendo, tiene que seguir cambiando. Así su vida de estudiante de secundaria es diferente de la universitaria. Es diferente la vida de casado. Es diferente la responsabilidad de ser padre y madre.
Como consideramos normal que el hombre evolucione y progrese en los distintos medios y etapas, ESTO MISMO SUCEDE EN EL ESPÍRITU.
No puedes quedarse en la niñez espiritual, tienes que crecer espiritualmente, y una de las formas en que Dios tiene es justamente la oración.
Porque no existe hombre que no tenga necesidad, no existe hombre que no tenga problemas. Y si por acaso, no lo tienes, ¡Dios te creará uno!
Como dice en el texto bíblico de hoy, la palabra de Dios está velada para muchos y cuando ese velo se les quite, entonces podrá ver a Cristo. Pero si tú, ya eres creyente de Jesús pero no te adentras para aprender la Palabra de Dios, es como si tú mismo te pusieras un velo para no ver a Dios.
Dios te ha dado el Espíritu Santo, pues no te dio tablas, sino como dice la palabra hoy: siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón (v. 3). Entonces, ¿no crees que tienes que conocer qué dice la carta que está escrita en ti y para ti?
Y si por medio de Jesucristo el velo que había en ti para no darte entendimiento de las palabras del pacto, hoy fue quitado; fue quitado para que tú puedas adentrarte en toda la palabra de Dios.
Lo que desea Dios que es esto: por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.
Por tanto, si tú eres creyente, tienes que crecer espiritualmente, en el conocimiento de la palabra de Dios. Pues si no lo haces, Dios tampoco te responderá.
PARA QUE VEAS LA GLORIA DE DIOS
Así como esperamos que nuestros hijos a medida que crezca, responda a las nuevas exigencias y que se desenvuelva en un mundo cada día más complejo.
También es el deseo de Dios que cada día nosotros nos adentremos más en su conocimiento para que conozcamos la gloria de Dios, para que la deseemos, para que busquemos a Dios, porque todas nuestras riquezas se depositen en él.
Por eso, muchos creyentes están confundidos hoy, porque aplican la vieja fórmula, pues siguen actuando como niños, como cuando eran recién convertidos. Y como en el transcurso del tiempo no crecieron, hoy teniendo la edad espiritual para ser un jóven fuerte, vigoroso, valiente y perseverante, todavía aplicas la fórmula del niño recién nacido.
¿Ahora sabes por qué Dios no te responde a la manera que hacías antes?
Si antes, orando dos veces, Dios resolvía tus problemas; hoy, porque ya eres crecido: te exigirá que lo hagas 10 veces. Las respuestas también son diferentes, antes el Señor te lo servía en bandeja (es como el alimento que te daban en cucharas en tu boca, tú lo único que debías hacer era abrir, cerrar y masticar), mas hoy tú tienes que salir a buscar la palabra y su respuesta dentro de la Biblia, tienes que tener discernimiento espiritual para ver dónde está la respuesta.
Y lógicamente, si tu te mantienes quieto como antes y abres la boca, esperando tu alimento; mas Dios te comenzó a escuchar, pero ni siquiera terminó de escuchar. Pues él tiene un plan, desea ver que crezcas, en fe, en paciencia, en perseverancia, en conocimiento de la Palabra, que aprendas a buscar la respuesta en la Biblia, a encender tus sentidos espirituales para escuchar la voz del Espíritu Santo.
Vea cómo nos dice la Palabra hoy: porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Hoy tienes que aprender a conversar con el Señor Jesús en espíritu, hay que aprender a ver el mundo espiritual, y esto no se consigue si no estás orando mucho más profundamente, por más tiempo y si no te adentras en el mundo de Dios que es la Biblia.
Y te digo más: NO BASTA CON SABER ALGUNOS VERSÍCULOS DE MEMORIA. Es cierto que funciona, que sirve, pues es la Biblia. Pero Dios quiere que si has aprendido el ABC, también aprender el OPQ.
DIOS QUIERE QUE VIVAMOS EN SU GLORIA
Muchos creyentes están perdidos y desesperanzados porque miran la gloria del mundo, el dinero, el oro, la plata, los bienes suntuosos, suspiran y desean anhelosamente.
Mas Dios desea mostrarte su gloria, pues dice la Palabra: porque si el ministerio de condenación fue con gloria, mucho más abundará en gloria el ministerio de justificación. Porque aun lo que fue glorioso, no es glorioso en este respecto, en comparación con la gloria más eminente. Porque si lo que perece tuvo gloria, mucho más glorioso será lo que permanece. (v.9-11)
Sí, tienes que adentrarte en toda Palabra, ser partícipe en todo en Jesucristo, para que podamos participar de su gloria. Pues si no vives como dice la Biblia y llevas el ministerio del evangelio, no podrás ver la gloria de Dios. No hay forma de adentrarte.
Porque si te has alegrado por la gloria de tu perdón de pecados, que es la gloria del ministerio de justificación, existe cosas mucho más grandes, una gloria más eminente que nos espera, cuando nos adentramos en el mundo de su gloria.
Y también nos dice que solamente esto, permanecerá.
Lo que desea Dios, como lo dice el versículo 18: por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor. ¿Entiendes? El deseo de Jesucristo es que nosotros seamos transformados de gloria en gloria, en su misma imagen.
Y aquí está un secreto: si hoy recibes la respuesta de Dios, tienes que entender que la próxima vez, tardará más. Dios tendrá más exigencias para que cumplas y obedezcas en su palabra. Si la última vez fue necesario que crezcas 7, la próxima vez exigirá que crezcas 10.
En este proceso del crecimiento, de la paciencia, del dominio propio, verás la gloria de Dios y esa gloria que el Señor te quiere dar también. Y es tan gratificante, una vez que comienzas a gozarte en esta gloria, nada podrá suplir este gozo.
CONCLUSIÓN:
Luego entenderás que todos los días Dios desea que crezcas en la Palabra y en conocimiento, en el Espíritu Santo.
Te exigirá que guardes toda la Palabra, porque desea que seas crecido en santidad.
¿Deseas que Dios responda a tus oraciones? Ya no te responderá según tu esperas si no creces en la imagen de Dios. No es por gritar más fuerte, no es por la cantidad de ayunos, sino en obediencia, en crecimiento, en aprendizaje de la Palabra.
Y hasta que no te adentres, Dios esperará. Pues no puedes esperar que sólo él te conceda todo, si tú no creces y te haces maduro.
Si tienes la edad de la madurez en Dios te portas como niño, no esperes nada de Dios. ¿No haces tú lo mismo con tus hijos? Tienes que madurarte espiritualmente. Tienes que cambiar tu modo de vida, como un verdadero hijo de Dios, conocedor de toda palabra, guardando los mandamientos, siendo maestro y guía de ciegos.
Piensa en esto, si tienes una cierta edad en la iglesia, si no te pones a cumplir constantemente, ¿cuánto tiempo tardarás hasta que alcances el nivel que Dios espera de ti?
No cierres tú mismo las puertas de Dios por tu pereza. Tampoco digas que siempre eres niño en Cristo. ¡No funciona! ¡Olvídalo! Y cuídate al decir: ¡Amén! Si no estás seguro.
Que Dios te bendiga.
Diariamente nos encontramos con muchas personas, que tratan de vivir intensamente en sus trabajos, en sus tareas. Y a menudo las personas cuando se enteran que soy pastor, me piden: ¡Pastor ore por mí! Y otros muchos que envían mensajes pidiendo que se ore por ellos, y las causas son muy variadas.
Si bien existen incrédulos entre ellos, ciertamente existen creyentes en Jesucristo quienes hoy te están pidiendo que se les acompañe en la oración.
Es cierto que es una gran bendición poder compartir y seguir pidiendo constantemente a Dios para que sea el Señor quien abra las puertas.
Yo también estoy orando todos los días, pidiendo cosas al Señor Jesús para que me conceda.
Pero en la voz y en el pedido que hacen las personas sobre sus asuntos, existe algo más grave, algo más profundo. Y de esto hablaremos hoy.
Es sabido que todos queremos hacer lo menos posible las cosas de Dios, leer la Biblia, dedicarnos nuestro tiempo a orar, perseverar en la oración, apartar un horario para estudiar la Biblia, asistir a los cultos de la iglesia, participar en los distintos ministerios, las ofrendas.
Hoy, como es bien sabido, todos quieren hacer el mínimo esfuerzo pero desean cosechar la máxima cantidad de frutos posibles.
No estoy hablando con incrédulos, no estoy hablando con personas que desconocen el camino, sino ciertamente con creyentes, con personas quienes confiesan que Jesucristo es su Señor y Cristo. Pero están inmersos en tantos problemas, están tan cargados de tareas y de las cuestiones de la vida, que se ven saturados y no los puede resolver.
Es más, ellos están aplicando bien la fórmula, están orando al Señor Jesús, clamándole de día y de noche, como algunos me dicen: ¡Pero si yo oro todo el día!
Pero necesitamos hacer una pausa aquí.
Si estás haciendo según la fórmula que han dicho tus pastores, ¿por qué entonces no son respondidas tus oraciones? ¿por qué siguen tus problemas? ¿Por qué Dios no responde como lo venía haciendo en los primeros tiempos de creyente?
Y ciertamente esto notarán ustedes, que en los primeros tiempos, ni bien salía de sus bocas, Dios escuchaba; pero hoy están como huérfanos. Y por esta causa están en confusión.
De esto hablaremos hoy, ¿por qué siendo yo creyente, asisto a la iglesia y no falto, hago mis ofrendas, de tanto en tanto leo la Biblia, me gusta escuchar la radio cristiana, PERO LAS ORACIONES SON RESPONDIDAS MENOS QUE ANTES? Incluso por la falta de respuesta de Dios, pones en entredicho tu fe.
PRIMERO, LO PRIMERO
Tienes que recordar que si verdaderamente tienes la fe en Jesucristo como tu Cristo y Salvador de todos tus pecados, y que es el único camino que te lleva a Dios, dice la Palabra de Dios: mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. (San Juan 1:12-13)
Siempre tenemos que partir de esta premisa, que eres hijo de Dios por medio de Jesucristo. Y que esta condición es inamovible, que nadie te puede sacar. Una vez que has creído en Jesús, esto es definitivo y nadie puede revocar esta tu condición de salvado, de ciudadano del cielo, de hijo de Dios. Porque dice la Biblia: ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió, más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? (Romanos 8:33-35)
Esta condición hay que mantenerlo firme, tu condición de hijo de Dios no ha sido cambiado, ni ha sido revocado, porque eres participante del pacto perpetuo de Dios, por medio de Jesucristo, Señor nuestro.
¿Pero por qué hoy él no me responde? ¿Por qué hoy siento que él está alejado de mí? ¿Por qué no es me está respondiendo tan prontamente como lo hacía antes? Incluso, vivo días y meses sin ver respuesta de Dios.
NO ES QUE TU CONDICIÓN DE HIJO HAYA CAMBIADO.
Mucha gente atribuye esto como un problema de fe. En parte tiene razón, porque es problema de fe. Mas existe otro problema más grave.
Imagínate:
Eres padre de un hermoso niño. Es natural que tu hijo recién nacido esté amamantando de la leche materna. Es natural que tu hijo de un año esté tomando la leche, pero también es natural que comience a comer alimentos más sólidos. NO ES NATURAL QUE TU HIJO DE 10 AÑOS QUIERA TOMAR SOLAMENTE LA LECHE COMO ALIMENTO TODOS LOS DÍAS Y EN TODAS LAS COMIDAS.
No es natural que tu hijo de 15 años siga queriendo la leche materna.
Ya es indecente que un hijo de 20 años quiera amamantarse de la leche materna. Ya es un perverso si a los 30 años busca la leche materna.
EL CREYENTE NO QUIERE SALIR DE LA NIÑEZ
Hoy me encuentro con cientos de personas quienes dicen ser creyentes en Jesucristo, pero no quieren leer la Biblia todos los días, me encuentro con personas que no desea orar todos los días, Y MENOS DESEA ESTUDIAR LA BIBLIA.
Y peor, desean que las cosas mejore, que Dios aumente las bendiciones, que Dios responda a su primera necesidad y en la primera oración. ¿No son niños?
Es por esto que Dios ya no responde tan rápidamente a tu pedido, incluso pasan días y meses, y te quedas vacío. Y tienes que recurrir a otras personas pidiendo oraciones. ¡Por si alguien acierta por ti!
Mas les puedo asegurar que ni esa persona, por más llena del Espíritu Santo que sea, cuando ore por ti, Dios no le escuchará. ¿Por qué? Porque tu sigues siendo niño.
Como estos días pasa con mis hijos, es tan difícil de hacerles sentar en una silla delante de la mesa, que se concentren por lo menos 5 minutos por vez para que estudien y hagan sus tareas. ¿Por qué? Porque no desean crecer, porque desean seguir en esa vida de niño, de jugar, de comer, de dormir, de hacer todo y ser tolerado por los padres. ¡Claro que esta transición y cambio es difícil!
Y el hombre, a cada etapa de su vida, tiene que seguir creciendo, tiene que seguir cambiando. Así su vida de estudiante de secundaria es diferente de la universitaria. Es diferente la vida de casado. Es diferente la responsabilidad de ser padre y madre.
Como consideramos normal que el hombre evolucione y progrese en los distintos medios y etapas, ESTO MISMO SUCEDE EN EL ESPÍRITU.
No puedes quedarse en la niñez espiritual, tienes que crecer espiritualmente, y una de las formas en que Dios tiene es justamente la oración.
Porque no existe hombre que no tenga necesidad, no existe hombre que no tenga problemas. Y si por acaso, no lo tienes, ¡Dios te creará uno!
Como dice en el texto bíblico de hoy, la palabra de Dios está velada para muchos y cuando ese velo se les quite, entonces podrá ver a Cristo. Pero si tú, ya eres creyente de Jesús pero no te adentras para aprender la Palabra de Dios, es como si tú mismo te pusieras un velo para no ver a Dios.
Dios te ha dado el Espíritu Santo, pues no te dio tablas, sino como dice la palabra hoy: siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón (v. 3). Entonces, ¿no crees que tienes que conocer qué dice la carta que está escrita en ti y para ti?
Y si por medio de Jesucristo el velo que había en ti para no darte entendimiento de las palabras del pacto, hoy fue quitado; fue quitado para que tú puedas adentrarte en toda la palabra de Dios.
Lo que desea Dios que es esto: por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.
Por tanto, si tú eres creyente, tienes que crecer espiritualmente, en el conocimiento de la palabra de Dios. Pues si no lo haces, Dios tampoco te responderá.
PARA QUE VEAS LA GLORIA DE DIOS
Así como esperamos que nuestros hijos a medida que crezca, responda a las nuevas exigencias y que se desenvuelva en un mundo cada día más complejo.
También es el deseo de Dios que cada día nosotros nos adentremos más en su conocimiento para que conozcamos la gloria de Dios, para que la deseemos, para que busquemos a Dios, porque todas nuestras riquezas se depositen en él.
Por eso, muchos creyentes están confundidos hoy, porque aplican la vieja fórmula, pues siguen actuando como niños, como cuando eran recién convertidos. Y como en el transcurso del tiempo no crecieron, hoy teniendo la edad espiritual para ser un jóven fuerte, vigoroso, valiente y perseverante, todavía aplicas la fórmula del niño recién nacido.
¿Ahora sabes por qué Dios no te responde a la manera que hacías antes?
Si antes, orando dos veces, Dios resolvía tus problemas; hoy, porque ya eres crecido: te exigirá que lo hagas 10 veces. Las respuestas también son diferentes, antes el Señor te lo servía en bandeja (es como el alimento que te daban en cucharas en tu boca, tú lo único que debías hacer era abrir, cerrar y masticar), mas hoy tú tienes que salir a buscar la palabra y su respuesta dentro de la Biblia, tienes que tener discernimiento espiritual para ver dónde está la respuesta.
Y lógicamente, si tu te mantienes quieto como antes y abres la boca, esperando tu alimento; mas Dios te comenzó a escuchar, pero ni siquiera terminó de escuchar. Pues él tiene un plan, desea ver que crezcas, en fe, en paciencia, en perseverancia, en conocimiento de la Palabra, que aprendas a buscar la respuesta en la Biblia, a encender tus sentidos espirituales para escuchar la voz del Espíritu Santo.
Vea cómo nos dice la Palabra hoy: porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Hoy tienes que aprender a conversar con el Señor Jesús en espíritu, hay que aprender a ver el mundo espiritual, y esto no se consigue si no estás orando mucho más profundamente, por más tiempo y si no te adentras en el mundo de Dios que es la Biblia.
Y te digo más: NO BASTA CON SABER ALGUNOS VERSÍCULOS DE MEMORIA. Es cierto que funciona, que sirve, pues es la Biblia. Pero Dios quiere que si has aprendido el ABC, también aprender el OPQ.
DIOS QUIERE QUE VIVAMOS EN SU GLORIA
Muchos creyentes están perdidos y desesperanzados porque miran la gloria del mundo, el dinero, el oro, la plata, los bienes suntuosos, suspiran y desean anhelosamente.
Mas Dios desea mostrarte su gloria, pues dice la Palabra: porque si el ministerio de condenación fue con gloria, mucho más abundará en gloria el ministerio de justificación. Porque aun lo que fue glorioso, no es glorioso en este respecto, en comparación con la gloria más eminente. Porque si lo que perece tuvo gloria, mucho más glorioso será lo que permanece. (v.9-11)
Sí, tienes que adentrarte en toda Palabra, ser partícipe en todo en Jesucristo, para que podamos participar de su gloria. Pues si no vives como dice la Biblia y llevas el ministerio del evangelio, no podrás ver la gloria de Dios. No hay forma de adentrarte.
Porque si te has alegrado por la gloria de tu perdón de pecados, que es la gloria del ministerio de justificación, existe cosas mucho más grandes, una gloria más eminente que nos espera, cuando nos adentramos en el mundo de su gloria.
Y también nos dice que solamente esto, permanecerá.
Lo que desea Dios, como lo dice el versículo 18: por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor. ¿Entiendes? El deseo de Jesucristo es que nosotros seamos transformados de gloria en gloria, en su misma imagen.
Y aquí está un secreto: si hoy recibes la respuesta de Dios, tienes que entender que la próxima vez, tardará más. Dios tendrá más exigencias para que cumplas y obedezcas en su palabra. Si la última vez fue necesario que crezcas 7, la próxima vez exigirá que crezcas 10.
En este proceso del crecimiento, de la paciencia, del dominio propio, verás la gloria de Dios y esa gloria que el Señor te quiere dar también. Y es tan gratificante, una vez que comienzas a gozarte en esta gloria, nada podrá suplir este gozo.
CONCLUSIÓN:
Luego entenderás que todos los días Dios desea que crezcas en la Palabra y en conocimiento, en el Espíritu Santo.
Te exigirá que guardes toda la Palabra, porque desea que seas crecido en santidad.
¿Deseas que Dios responda a tus oraciones? Ya no te responderá según tu esperas si no creces en la imagen de Dios. No es por gritar más fuerte, no es por la cantidad de ayunos, sino en obediencia, en crecimiento, en aprendizaje de la Palabra.
Y hasta que no te adentres, Dios esperará. Pues no puedes esperar que sólo él te conceda todo, si tú no creces y te haces maduro.
Si tienes la edad de la madurez en Dios te portas como niño, no esperes nada de Dios. ¿No haces tú lo mismo con tus hijos? Tienes que madurarte espiritualmente. Tienes que cambiar tu modo de vida, como un verdadero hijo de Dios, conocedor de toda palabra, guardando los mandamientos, siendo maestro y guía de ciegos.
Piensa en esto, si tienes una cierta edad en la iglesia, si no te pones a cumplir constantemente, ¿cuánto tiempo tardarás hasta que alcances el nivel que Dios espera de ti?
No cierres tú mismo las puertas de Dios por tu pereza. Tampoco digas que siempre eres niño en Cristo. ¡No funciona! ¡Olvídalo! Y cuídate al decir: ¡Amén! Si no estás seguro.
Que Dios te bendiga.
¿POR QUÉ A VECES DIOS NO RESPONDE NUESTRAS ORACIONES?
“Pidan y se les dará”, nos recomienda Jesucristo en el Evangelio (Lc. 11, 1-13). Pero ¿significa esto que se nos dará todo lo que pidamos a Dios? Realmente no. Sucede que tendemos a fijarnos solamente en la frase del comienzo: “Pidan y se les dará”, y tendemos a pasar por alto lo que nos dice Jesús al final, con lo cual perdemos el verdadero sentido de la oración de petición
Este texto viene narrado por San Mateo y San Lucas. Fijémonos cómo concluye Mateo esta recomendación del Señor: “... el Padre Celestial, Padre de ustedes, dará cosas buenas a los que se las pidan” (Mt.7, 11). Y San Lucas: “... el Padre del Cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan” (Lc. 11, 13).
En efecto, sucede que son muchas las veces que pedimos cosas que no nos convienen y que no coinciden con lo que Dios, nuestro Padre, desea para nosotros sus hijos. “Piden y no reciben, porque piden mal (St. 4, 2)”, nos dice el Apóstol Santiago. Y San Pablo también insiste en esta idea: “Nosotros no sabemos pedir como conviene” (Rm. 8, 26).
Sucede que también tendemos a pasar por alto las palabras tan importantes del Padre Nuestro, oración que Jesús nos enseña justamente antes de decirnos “Pidan y se les dará”. El Señor nos enseña a orar así: “Hágase tu Voluntad así en la tierra como en el Cielo”. Es necesario orar para poder conocer la Voluntad de Dios; es decir, para poder pedir lo que está conforme a los planes de Dios, para poder pedir esas “cosas buenas”, a las que se refiere San Mateo, para poder recibir esas gracias de santificación a las que se refiere San Lucas cuando dice que el Señor “dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan”.
Por eso el Apóstol San Juan refiriéndose al mismo tema de la oración de petición escribe así: “Estamos plenamente seguros: si le pedimos algo conforme a su Voluntad, El nos escuchará” (1 Jn. 5,9). Nuestra oración de petición debe siempre estar sujeta a la Voluntad de Dios, como oramos en el Padre Nuestro y como oraba Jesucristo: “No se haga mi voluntad sino la tuya, Padre” (Lc. 22, 42 - Mc. 14, 26).
Realmente, la Voluntad de Dios se conoce a través de la misma oración. Por eso es importante establecer ese diálogo con el Señor, en el que tratamos de descubrir el misterio de su Voluntad. Cualquiera que sea el tipo o la modalidad de oración que usemos, si es un diálogo sincero de comunicación con Dios, en el cual buscamos conocer sus deseos y sus planes, para amarlo y para complacerlo, Dios nos va dando esas cosas buenas que El, como Padre infinitamente bueno que es, desea darnos para nuestro bien.
Dios a veces “parece” que no respondiera nuestras oraciones, pues -como Padre infinitamente Sabio y Bueno que es- nos da lo que realmente necesitamos y no lo que creemos necesitar. No nos da lo que le pedimos, sino lo que nos conviene. Y no nos da lo que le pedimos, porque nuestra petición la mayoría de las veces no coincide con su Voluntad.
Y su Voluntad va siempre dirigida hacia el mayor bien para cada uno de nosotros sus hijos. Y nuestro mayor bien es nuestra salvación eterna.
No nos equivoquemos: Dios siempre responde nuestra oración, pero no siempre en la forma como nosotros deseamos. No creamos, sin embargo, que porque no se cumplan nuestros deseos no estamos siendo oídos: nuestra oración siempre es escuchada por Dios. Dios no siempre nos da lo que queremos, pero siempre nos da lo que necesitamos.
Este texto viene narrado por San Mateo y San Lucas. Fijémonos cómo concluye Mateo esta recomendación del Señor: “... el Padre Celestial, Padre de ustedes, dará cosas buenas a los que se las pidan” (Mt.7, 11). Y San Lucas: “... el Padre del Cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan” (Lc. 11, 13).
En efecto, sucede que son muchas las veces que pedimos cosas que no nos convienen y que no coinciden con lo que Dios, nuestro Padre, desea para nosotros sus hijos. “Piden y no reciben, porque piden mal (St. 4, 2)”, nos dice el Apóstol Santiago. Y San Pablo también insiste en esta idea: “Nosotros no sabemos pedir como conviene” (Rm. 8, 26).
Sucede que también tendemos a pasar por alto las palabras tan importantes del Padre Nuestro, oración que Jesús nos enseña justamente antes de decirnos “Pidan y se les dará”. El Señor nos enseña a orar así: “Hágase tu Voluntad así en la tierra como en el Cielo”. Es necesario orar para poder conocer la Voluntad de Dios; es decir, para poder pedir lo que está conforme a los planes de Dios, para poder pedir esas “cosas buenas”, a las que se refiere San Mateo, para poder recibir esas gracias de santificación a las que se refiere San Lucas cuando dice que el Señor “dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan”.
Por eso el Apóstol San Juan refiriéndose al mismo tema de la oración de petición escribe así: “Estamos plenamente seguros: si le pedimos algo conforme a su Voluntad, El nos escuchará” (1 Jn. 5,9). Nuestra oración de petición debe siempre estar sujeta a la Voluntad de Dios, como oramos en el Padre Nuestro y como oraba Jesucristo: “No se haga mi voluntad sino la tuya, Padre” (Lc. 22, 42 - Mc. 14, 26).
Realmente, la Voluntad de Dios se conoce a través de la misma oración. Por eso es importante establecer ese diálogo con el Señor, en el que tratamos de descubrir el misterio de su Voluntad. Cualquiera que sea el tipo o la modalidad de oración que usemos, si es un diálogo sincero de comunicación con Dios, en el cual buscamos conocer sus deseos y sus planes, para amarlo y para complacerlo, Dios nos va dando esas cosas buenas que El, como Padre infinitamente bueno que es, desea darnos para nuestro bien.
Dios a veces “parece” que no respondiera nuestras oraciones, pues -como Padre infinitamente Sabio y Bueno que es- nos da lo que realmente necesitamos y no lo que creemos necesitar. No nos da lo que le pedimos, sino lo que nos conviene. Y no nos da lo que le pedimos, porque nuestra petición la mayoría de las veces no coincide con su Voluntad.
Y su Voluntad va siempre dirigida hacia el mayor bien para cada uno de nosotros sus hijos. Y nuestro mayor bien es nuestra salvación eterna.
No nos equivoquemos: Dios siempre responde nuestra oración, pero no siempre en la forma como nosotros deseamos. No creamos, sin embargo, que porque no se cumplan nuestros deseos no estamos siendo oídos: nuestra oración siempre es escuchada por Dios. Dios no siempre nos da lo que queremos, pero siempre nos da lo que necesitamos.
¿Dios escucha / responde las oraciones de un pecador /incrédulo?
Pregunta: "¿Dios escucha / responde las oraciones de un pecador /incrédulo?"
Respuesta: Juan 9:31 declara, “Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios, y hace su voluntad a éste oye.” También se ha dicho que la única oración que Dios escucha de un pecador es la oración para salvación. Como resultado de esta Escritura, algunos creen que Dios no escucha y/o nunca responderá las oraciones de un incrédulo. Sin embargo en el contexto, la Escritura dice que Dios no realiza milagros a través de un incrédulo. Los siguientes textos describen a Dios escuchando y respondiendo las oraciones de un incrédulo. 1 Juan 5:14-15 nos dice que Dios responde las oraciones en base a si las peticiones están de acuerdo con Su voluntad. Este principio tal vez, se aplica a los no creyentes. Si un incrédulo ora a Dios de acuerdo a Su voluntad, nada impide que Dios responda a tal oración de acuerdo a Su voluntad.
Al examinar los siguientes pasajes, vemos que la oración está involucrada en la mayoría de estos casos. En una o dos, Dios responde al clamor del corazón (no se establece si este clamor estaba dirigido a Dios). En algunos de estos casos, la oración parece estar combinada con arrepentimiento. Pero en otros casos, la oración era simplemente para una bendición o necesidad terrenal, y Dios respondió a ambas por misericordia, o en respuesta a una genuina búsqueda o fe de la persona. Estos son algunos pasajes que tratan con la oración de un no creyente.
La gente de Nínive; Jonás 3:5-10; para que Nínive fuera perdonado.
Agar e Ismael; Génesis 21:14-19; no fue tanto una oración, sino un clamor del corazón por su hijo, quien estaba próximo a morir.
Acab: 1 Reyes 21:17-29; especialmente vers. 27-29; Acab ayuna y gime por la profecía de Elías concerniente a su posteridad. Dios responde no aplicando tal maldición durante la vida de Acab.
La mujer de la región de Tiro y Sidón: Marcos 7:24-30; para que Jesús liberara a su hija de un demonio.
Cornelio, el centurión romano; Hechos 10; no se menciona la petición de su oración (Hechos 10:30), pero le es mostrado el camino para su salvación.
Dios hace promesas que son aplicables a todos (tanto salvos como no salvos), tales como Jeremías 29:13: “Y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón.” Este fue el caso de Cornelio en Hechos 10:1-6. Pero hay muchas promesas que de acuerdo con el contexto de los pasajes, son solo para cristianos. Los cristianos, habiendo recibido a Cristo como su Salvador, somos animados a acercarnos confiadamente al trono de gracia para alcanzar misericordia en tiempos de necesidad (Hebreos 4:14-16). Se nos dice que cuando pidamos cualquier cosa de acuerdo a la voluntad de Dios, Él nos escucha y nos concederá lo que pedimos (1 Juan 5:14-15). Hay mucha otras promesas para los cristianos concernientes a la oración (Mateo 21:22; Juan 14:13; Juan 15:7). Por lo tanto, si, hay situaciones en las que Dios no responde las oraciones de un no creyente. Al mismo tiempo, en Su gracia y misericordia, Dios puede intervenir en las vidas de los inconversos en respuesta a sus oraciones.
Respuesta: Juan 9:31 declara, “Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios, y hace su voluntad a éste oye.” También se ha dicho que la única oración que Dios escucha de un pecador es la oración para salvación. Como resultado de esta Escritura, algunos creen que Dios no escucha y/o nunca responderá las oraciones de un incrédulo. Sin embargo en el contexto, la Escritura dice que Dios no realiza milagros a través de un incrédulo. Los siguientes textos describen a Dios escuchando y respondiendo las oraciones de un incrédulo. 1 Juan 5:14-15 nos dice que Dios responde las oraciones en base a si las peticiones están de acuerdo con Su voluntad. Este principio tal vez, se aplica a los no creyentes. Si un incrédulo ora a Dios de acuerdo a Su voluntad, nada impide que Dios responda a tal oración de acuerdo a Su voluntad.
Al examinar los siguientes pasajes, vemos que la oración está involucrada en la mayoría de estos casos. En una o dos, Dios responde al clamor del corazón (no se establece si este clamor estaba dirigido a Dios). En algunos de estos casos, la oración parece estar combinada con arrepentimiento. Pero en otros casos, la oración era simplemente para una bendición o necesidad terrenal, y Dios respondió a ambas por misericordia, o en respuesta a una genuina búsqueda o fe de la persona. Estos son algunos pasajes que tratan con la oración de un no creyente.
La gente de Nínive; Jonás 3:5-10; para que Nínive fuera perdonado.
Agar e Ismael; Génesis 21:14-19; no fue tanto una oración, sino un clamor del corazón por su hijo, quien estaba próximo a morir.
Acab: 1 Reyes 21:17-29; especialmente vers. 27-29; Acab ayuna y gime por la profecía de Elías concerniente a su posteridad. Dios responde no aplicando tal maldición durante la vida de Acab.
La mujer de la región de Tiro y Sidón: Marcos 7:24-30; para que Jesús liberara a su hija de un demonio.
Cornelio, el centurión romano; Hechos 10; no se menciona la petición de su oración (Hechos 10:30), pero le es mostrado el camino para su salvación.
Dios hace promesas que son aplicables a todos (tanto salvos como no salvos), tales como Jeremías 29:13: “Y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón.” Este fue el caso de Cornelio en Hechos 10:1-6. Pero hay muchas promesas que de acuerdo con el contexto de los pasajes, son solo para cristianos. Los cristianos, habiendo recibido a Cristo como su Salvador, somos animados a acercarnos confiadamente al trono de gracia para alcanzar misericordia en tiempos de necesidad (Hebreos 4:14-16). Se nos dice que cuando pidamos cualquier cosa de acuerdo a la voluntad de Dios, Él nos escucha y nos concederá lo que pedimos (1 Juan 5:14-15). Hay mucha otras promesas para los cristianos concernientes a la oración (Mateo 21:22; Juan 14:13; Juan 15:7). Por lo tanto, si, hay situaciones en las que Dios no responde las oraciones de un no creyente. Al mismo tiempo, en Su gracia y misericordia, Dios puede intervenir en las vidas de los inconversos en respuesta a sus oraciones.
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